Miguel Zarzuela coordinador Ebrópolis

Final de viaje

BlogNoticias
18 noviembre 2024
Miguel Zarzuela Gil
Coordinador general de Ebrópolis

 

Hará un año, o poco más, en un encuentro casual por la calle con un amigo al que hacía tiempo que no veía, y dentro de la conversación habitual para conocer cómo nos iban las cosas, me preguntó:

  • Y el trabajo, ¿qué tal? ¿Aun sigues en Dinópolis?

Esta graciosa e ingenua equivocación me hizo reflexionar, aparte de sonreír, sobre la fragilidad de las cosas, de las ideas y de los proyectos que nos parecen vitales cuando estamos inmersos en ellos.

Cuando esta breve reflexión aparezca en el blog de Ebrópolis, escasamente me restarán 15 días para poner fin a mi larga vida laboral, de la que los últimos 12 años he tenido la oportunidad de estar al frente de esta entidad, justo cuando la misma acaba de celebrar su 30 aniversario.

Mucho más lejos quedan los años, felices años, en los que la gestión de la cultura de la ciudad fue mi razón de ser, y a la que tanto debo en mi actual forma de ser y de entender las relaciones sociales y de conducta personal.

Cuando me incorporé a la coordinación de Ebrópolis, vi lo fácil que era dar cuenta de la actividad de mi etapa anterior, la de la gestión cultural, y lo complicado que era explicar la función y la razón de ser de una entidad cuyo objeto es trabajar por la planificación estratégica de la ciudad y de su entorno.

Sin embargo, son organizaciones como Ebrópolis las que ayudan a conseguir y a incorporar objetivos y métodos de trabajo que, por sí mismas, las entidades y administraciones que la conforman serían deficitarias. Y me estoy refiriendo a algo tan importante en la gestión pública como es la elaboración de datos y su tratamiento; a las visiones comparativas con otras realidades en otros territorios; a la elevación de horizontes y de miras, no solo por el diseño de proyectos a medio y largo plazo, sino también por la incorporación de una visión metropolitana a la hora de facilitar la vida de las personas que habitamos un espacio común.

Ebrópolis, con un equipo técnico tan pequeño como eficiente, maravilla por su versatilidad, por la capacidad de adaptación a tareas imprevistas, sin abandonar su potencia estructural, basada en el mantenimiento y actualización del Observatorio Urbano, así como el seguimiento de la Estrategia de Zaragoza y su entorno y la Agenda Urbana de la ciudad. Y sin olvidarme de la difusión y reconocimiento que realiza de las buenas prácticas de los zaragozanos.

Ebrópolis y Zaragoza, Zaragoza y Ebrópolis, se han labrado un importante y reconocido papel en el ámbito de la planificación de las ciudades, tanto en España como en el ámbito internacional en general, y el iberoamericano en particular.

Tanto es así que, en muchos de los casos, es mayor el reconocimiento en el exterior que en nuestro propio medio de actuación. Pero esto ni es nuevo, ni es exclusivo de Ebrópolis. Va un poco en esa línea de chauvinismo inverso que tanto hemos practicado en Aragón y que, también es cierto, parece que vamos recomponiendo con un poquito de mayor aprecio y cariño hacia lo nuestro.

Y lo mejor, está por venir.

Ebrópolis, como herramienta de sus socios fundadores y del resto de la sociedad, tiene un futuro prometedor del que, estoy seguro, sus gestores sabrán manejarlo con habilidad y con ilusión.

¡¡Viva Ebrópolis!!

¡¡Y Dinópolis!!

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