La planificación –sea estratégica, urbanística o de ordenación del territorio- debe dar respuesta a las necesidades y problemas reales de los barrios y sus habitantes para propiciar una ciudad mixta, compacta, que fomente la participación y facilite soluciones a una situación que es compleja, evitando la ciudad de “dos velocidades”.
Estas son algunas de las principales reflexiones extraídas del
XXI Encuentro de Planes Estratégicos Urbanos y Territoriales, organizado por Ebrópolis, que ha reunido en Zaragoza durante dos días a más de una treintena de responsables y técnicos de quince ciudades y/o provincias bajo el lema
“El derecho a la ciudad: de la agenda urbana al barrio”.
Dos enfoques
Esta edición se dividió en dos sesiones. Por una parte, la necesaria mirada hacia los barrios de las ciudades y su problemática: turismo, gentrificación, pérdida del comercio tradicional, dificultad de acceso a la vivienda, envejecimiento… Por otra, la integración de los diferentes niveles de la Agenda Urbana (mundial, europeo, nacional, local…) y su implantación a nivel urbano.
El arquitecto David Bravo, del Espai de Corresponsabilitat sobre Gentrificació del Ayuntamiento de Barcelona, fue el encargado de introducir el debate sobre “El derecho al barrio”. En él hubo numerosas intervenciones de los representantes de todos los territorios presentes: Alhaurín de la Torre, Almería, Barcelona, provincia de Barcelona, Bilbao, Catarroja, provincia de Jaén, Lucena, Málaga, provincia de Málaga, Pamplona, Sevilla, Tarragona, Valencia y Zaragoza.
A lo largo de su exposición, Bravo explicó la situación actual de los barrios céntricos barceloneses, que sufren un proceso acentuado de expulsión de los vecinos y comercio tradicional para ser sustituidos por población flotante y negocios, principalmente de franquicias, y hostelería dirigidos al turismo. Esta gentrificación es global, afecta a inquilinos y propietarios, con mayor o menor nivel de renta; sustituye los usos para los que fue destinado el suelo, de vivienda residencial a equipamiento turístico, por ejemplo, o incluso se extinguen los usos y el suelo pasa a ser una mera inversión de los fondos “buitre”.
Gentrificación
Esta situación se puede aplicar, en mayor o menor medida, a los centros históricos de muchas ciudades españolas. Por este motivo, Bravo señaló que el ámbito más adecuado para combatir esta “gentrificación global” es el local, con los ayuntamientos a la cabeza. Para ello, hizo referencia a las medidas que puede tomar la administración local para mejorar la vida de estos barrios e intentar revertir estos procesos. Estas son: equilibrar el parque público y privado de vivienda y regular sus usos, abogar por la ciudad compacta y mixta, solidaridad entre ciudades, estableciendo lazos de unión y exigir más recursos y competencias para hacer frente al fenómeno, etc-.
Elena Giner, consejera de Participación del
Ayuntamiento de Zaragoza y vicepresidenta de Ebrópolis, apuntó también algunas claves para afrontar mejor ese derecho al barrio: interacción entre las diferentes escalas en la toma de decisión, actitud de escucha entre las distintas administraciones, áreas y con la ciudadanía y traducir el discurso teórico en acciones concretas.
Agenda Urbana
La Agenda Urbana centró la segunda sesión de trabajo y contó con la participación de Rafael Merinero, profesor de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla y coordinador de la Agenda Urbana andaluza, y de Luis Domínguez, profesor de la Universidad de Vigo y experto de la Agenda Urbana en el Eixo Atlántico do Noroeste Peninsular.
Las Agendas Urbanas constituyen, según explicaron, una gran oportunidad para responder al reto urbano desde los distintos niveles de gobierno, aunque es necesario que se articulen las distintas escalas, desde la Nueva Agenda Urbana ONU-Habitat III, a la Agenda Urbana de la UE, nacional, de comunidades autónomas y ciudades…
La Agenda Urbana debe tener un carácter holístico, lo que exige coordinación interdepartamental y trascender el plano puramente “urbanístico”. Se trata de trabajar de una forma integral, que contemple todos los aspectos de la ciudad pero también de su relación con el entorno, debe haber un diálogo con el rural. Este enfoque integral e integrador ya se viene dando en la planificación estratégica urbana.
El proceso de elaboración debería ser participativo y con una visión “territorializada”. Es decir, adaptada a cada territorio, ya que la problemática de las ciudades puede ser similar, pero las soluciones requeridas siempre van a ser diferentes. Actualmente están en proceso de elaboración tanto la española como la de numerosas comunidades autónomas, cuyo reto común será la implementación.